mientras intento no errarle
a cada tecla
la máquina de escribir
no perdona
ni una letra
ni un acento.
pienso cómo la tecnología
nos la quitó,
nos la arrebató
la posibilidad de fallar
y de ser incorregibles.
la vida es una máquina de escribir
cada paso
cada tecla es decisiva.
y puede ser
la última.
debemos ser impecables
siempre.
volcar en el ahora
cada instante
porque la vida no perdona
y cada error yace ahí
irrefutable
latente
empujándonos a ser más
cada día más
las palabras que busco
no siempre acuden a mi.
si las llamara por su nombre
quizás escuchen
quizás respondan y se asomen.
pero temo y deseo que me encuentren antes.
imploro inconsciente que acechen mis tierras
deberían encontrarme y atacar
con la fuerza de lo que son
por todos los flancos.
liberarme de mi,
asediarme hasta que cada uno de mis muros
no resistan mas,
hasta que caiga el último ladrillo
y mi castillo colapse bajo su propio peso.
y entonces
la luz del sol