mientras intento no errarle
a cada tecla
la máquina de escribir
no perdona
ni una letra
ni un acento.
pienso cómo la tecnología
nos la quitó,
nos la arrebató
la posibilidad de fallar
y de ser incorregibles.
la vida es una máquina de escribir
cada paso
cada tecla es decisiva.
y puede ser
la última.
debemos ser impecables
siempre.
volcar en el ahora
cada instante
porque la vida no perdona
y cada error yace ahí
irrefutable
latente
empujándonos a ser más
cada día más
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