para martillar algún oído . cornear algún ojo . descerebrar aunque sea una cabeza en la embestida
descenso
el acto no predica
el-acto-es-la-inmersión-profunda.
miro a mi izquierda, y ahí estoy
arrodillado rajando las piedras.
catapultando mis dedos en la costa
intentando profanar las tinieblas
del mar en mis adentros.
para germinar, si no...
para qué más?
con qué propósito entonces
hundimos nuestras raíces en la oscuridad
si no es para florecer y apuñalar al sol
y tomar su lugar?
nuestro destino
es brillar
ser un grito de luz
en la inmensidad de lo inconmensurable.
la escalera desciende,
siempre.
es que, ya somos dios,
el cielo nos pertenece.
siempre supe que
esta realidad se cosecha
en un baldío de reflejos
y
autorretratos
se construye
con pico y pala
se talla a martillazos
se moldea
se crea, es: una creación
acaricia lo absoluto
lo innombrable
predica el mensaje
de un rostro sin labios.
pero nunca se hunde
nunca se sumerge ni se empapa.
nunca es
ni nunca dirá
la inmensidad que siento
la que me hace llorar
gota a gota
esta incertidumbre
este misterio
es el torrente en mis venas
algo se agita
y parpadea
las velas agitándose
revelan la sutil presencia
se pone de pie
en las penumbras
tambaleante
da el primer paso
abre los ojos
respira hondo
se prepara para
el gran salto
y entonces
se da vuelta
me embisto
a mi mismo
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