Charlas IV



me dijo que arrase los alrededores
(el perímetro de mi círculo)
porque algo se iba a mostrar,
algo iba a morir en mí al dar luz.

murmuró que

cuando fijamos la atención
la estructura de las cosas
se derrumba dentro nuestro.

la observé;

la anciana es como 
una isla emergiendo del mar profundo.
solitaria e hipnótica.

dijo al fin, que en ese momento 

se aparece una ventana
y que las cosas comienzan a vibrar.
y si quiero verlas
puedo ver que lentamente
dejan de sujetarse entre sí
y empiezan a desagruparse. 
la realidad se desarma
y se puede ver claramente cada parte individual.
cada sílaba dicha,
cada granito de arena, 
cada pensamiento,
cada molécula.

ya en este punto, inexorablemente,

nos volvemos parte del proceso. 

el escenario se atomiza,

vibra intensamente,
brilla con la luz del primer grito

y cerca del final,

suspendidas del tenue vacío de la nada misma,
las cosas pierden la forma de este mundo.

entonces, justo antes,
un espacio surge, 
como una grieta o una fisura,
y desde el limbo de las cosas
y desde el limbo de las situaciones
y desde el limbo de los pensamientos
se puede ver que
finísimos cordones de luz
conectan las partes. 

y todavía

más atrás se asoma
el caos impronunciable.
floreciendo perfecto inequívoco

susurrando

pulsando

observando







No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tras bambalinas