Charlas CVII



El viento bramaba alto, como si no quisiera oírnos.

la anciana me susurró al oído
que hay que templar la calma
y pulir cada acto
porque cada acto es 
una espada abriéndose camino.
con la muerte acechando en cada rincón.

deberíamos reflejarnos en cada rostro
y aún así ser
una sombra furtiva.
jamás vista, 
jamás recordada.

debemos domar el cuerpo
y contener la mente.
marchar con sigilo
y fluir con los designios de nuestras decisiones.

nada importa
y aún así
cada instante
es un encuentro con lo desconocido








charlas XXVI



me dijo,
que el ingreso a otros mundos
es a través de una fisura sutil
encajada entre las partes.
me aclaró, que son los limbos los que definen 
y dan forma a este mundo.





charlas XXV


dicen
que somos un parpadeo;
y que a través nuestro,
la inmensidad se contempla
y busca nuevas formas
de crear y aniquilarse.

y que no hay ciclos,
que la alquimia es
un cambio en la percepción,
es la posibilidad de desdibujar
los límites de nuestra visión del  mundo.

el sol nunca sale,
siempre está ahí,
quemándose esperando
a que la densidad de su núcleo
lo proyecte a otra etapa.

la anciana se sentó,
esa día no hubo ocaso,
la noche llego sin preludio
súbitamente.

dijo que solo mirándose a los ojos
la humanidad dará el próximo salto.
dijo que solo así
se pueden contemplar todas las posibilidades de este mundo
y enfrentar la impermanencia de las formas

en ese espacio atemporal,
donde las miradas se encuentran y soportan
se crean realidades
se libran batallas
y se abren tajos
por donde se pueden ver
las entrañas del mundo
y de uno mismo.

estamos solos
dijo
cada batalla
puede ser la última







Tras bambalinas