Charlas CVII



El viento bramaba alto, como si no quisiera oírnos.

la anciana me susurró al oído
que hay que templar la calma
y pulir cada acto
porque cada acto es 
una espada abriéndose camino.
con la muerte acechando en cada rincón.

deberíamos reflejarnos en cada rostro
y aún así ser
una sombra furtiva.
jamás vista, 
jamás recordada.

debemos domar el cuerpo
y contener la mente.
marchar con sigilo
y fluir con los designios de nuestras decisiones.

nada importa
y aún así
cada instante
es un encuentro con lo desconocido








No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tras bambalinas