el encuentro




un encuentro sucede.
un encuentro define el camino y
forja la determinación para el siguiente paso.
donde están las dudas,
donde están los miedos...
están las brasas latiendo, destinadas a quemarse vivas
y llenar de luz los rincones.

un encuentro es inevitable
un encuentro no puede esperar.
el propósito une las partes
como la gravedad une el Sol y la Tierra.
el propósito es la música que sigue sonando aún después del baile.
solo hay un camino, y ya lo elegimos.
ahora debemos entender por qué



soloroloquio



se asoma la palabra.
y quisiera tenerlas a todas
aca conmigo
saberlas todas y usarlas
como si fueran mias hace años
como si las conociera a fuerza de costumbre
y supiera donde.
para ordenarlas
poner un punto acá
un adjetivo impronunciable allá.

reirme de la academia,
y de cómo esos señores de corbata
pierden el tiempo
areglándolas, perfumándolas.
porque no dan a basto.
las combinaciones
los dejan perplejos,
y quisieran controlar cada definición.
y mirá que hay palabras...
pero no alcanzan.
porque no se puede traducir
a veces no te puedo explicar la inmensidad.
a veces se sale, se me sale y se les sale a otros
un viento, algo como una escupida, un manotazo
que se escapa del inframundo,
y se tuerce abriéndose paso,
a veces se aferra con sus manitas (por miedo o pudor) de un diente, 
del labio oblongo que la articula.
impostergable la situación: se eyecta.

solo porque
la fuerza del cosmos
reina y se ríe
esa palabra,
que al fin lo dice todo
crece, se elonga y se muere.
como un pináculo,
como el residuo cristalino
de una verdad oculta,
muda y total,
aterriza
en el ojo medio de alguien
en alguna nube.
se precipita
como baba
siendo al mismo tiempo
 ajena y nuestra.
del todo y de nadie.
   la palabra buscada
  la palabra parida
     la última palabra

la puta que lo parió.-

la máquina




mientras intento no errarle 
a cada tecla
la máquina de escribir
     no perdona 
ni una letra
ni un acento.
pienso cómo la tecnología
nos la quitó,
nos la arrebató
la posibilidad de fallar
y de ser incorregibles.

la vida es una máquina de escribir
cada paso
cada tecla es decisiva. 
y puede ser
la última.

debemos ser impecables
siempre.
volcar en el ahora
cada instante
porque la vida no perdona
y cada error yace ahí
irrefutable

latente

empujándonos a ser más
cada día más




asedio



las palabras que busco
no siempre acuden a mi.
si las llamara por su nombre
quizás escuchen
quizás respondan y se asomen.
pero temo y deseo que me encuentren antes.
imploro inconsciente que acechen mis tierras
deberían encontrarme y atacar
con la fuerza de lo que son
por todos los flancos.
liberarme de mi, 
asediarme hasta que cada uno de mis muros
no resistan mas,
hasta que caiga el último ladrillo
y mi castillo colapse bajo su propio peso.

y entonces
la luz del sol





la tempestad





volví a ver el mar.
me distrajo con su liquidez
la forma sin formas
el fluir de su ira perfecta
el fluir de su amor perfecto
  ahí
toda ella:
   La Tempestad.
con sus trompetas y nubes totémicas.

creí ver el viento
cabalgar las olas
agitando y domando
el bravo mar

los caballos blancos marchaban como uno hacia a la costa, hacia mí. 
y el mundo se rendía, hasta que no quedó nada
hasta que solo quedé yo
ante el abismo azul
y mi mundo
mi ser
acaso mi única ofrenda auténtica
concedí

sobre una roca humedecida por las olas
creo caer al bravo mar que crece
al bravo mar que me devora
adentro mío



Tras bambalinas